Asi que... ¿quieren saber como es el infierno?- Yo se los puedo decir; llevo muchos años viviendo aquí. Aunque todavía no estoy muy seguro de poder llamar vida a esto.
Ja, ja, ja. No, no hay llamas alrededor mío y aunque hace un calor tremendo, supongo que alguna vez hubo aire acondicionado pero deben haber pasado milenios desde la última vez que funcionó.
¿En qué consiste mi castigo aquí? Es muy sencillo y aterrador al mismo tiempo: dispongo de una eternidad y una excelente memoria. Durante todos estos años he repasado los recuerdos que pueblan mi mente una y otra vez. Y los peores parecen visitarme más a menudo.
Mi condena es el remordimiento. Recuerdo perfectamente mis errores como si los cometí ayer y la impotencia de hacer algo para repararlos me desgarra el alma. Mis ojos ya no tienen lágrimas, he acabado todas las que tenía.
Mi condena es el recuerdo claro. Aquella vez que le contesté a mi Madre una majadería, y cuando le robaba las monedas que le daba mi padre para comprar las pocas cosas que podían darnos de comer. Lo recuerdo claramente hoy a pesar de los años, pero con el arrepentimiento que no sentí en aquellas ocasiones. Todos mis errores se agolpan en mi mente. Supongo que mi cerebro de cualquier manera ya no es normal.

¿ Cómo demonios voy a decirle a mi Padre que lo quise y admiré; ¿ cómo voy a llamar a la mujer que siempre amé pero a la que nunca se lo confesé? ; ¿ Cómo voy a darles ahora a mis hijos el cariño que siempre les negué, el tiempo que nunca les dediqué? De mi mujer ni les platico: son demasiadas las cosas que le hice pasar. Acaso quieren torturarme aun más?
En el mundo la vida sigue su curso y supongo que todos los que alguna vez me conocieron ya se han olvidado de mi. Sin embargo, yo los recuerdo a todos. Ya les dije: mi memoria es perfecta.
Recuerdo al compañero de secundaria que ahora lleva en la boca dos dientes de plástico por mi culpa; recuerdo a la maestra que se desesperaba con mis ácidos comentarios; recuerdo a mi asesor mesándose los cabellos por no saber que hacer con un alumno como yo.
Están también en mi recuerdo las mujeres a las que nunca amé pero les aseguré lo contrario, los hombres a los que defraudé y sobre todo aquellos que me ofrecieron su amistad a lo largo de mi vida, pero que les respondí al final siempre con una traición. ¿ Cómo olvidarlo ?
Si! Aunque no lo crean, todo eso lo recuerdo. También la noche que cometí mi primer robo; y muchos crímenes después, cuando asesiné la primera vez. Siento todavía la sangre caliente y espesa en mis manos y pecho. Fue de alguna manera cuando decidí que tenía apetito para mucho más. Nunca pensé que me estaba ganando este sitio a pulso.
Esto es el infierno. En mi mente todos mis errores, mis manos atadas a mi espalda y cuatro paredes blancas acolchadas que no me permiten ni siquiera estrellar mi cabeza contra ellas y así acabar con este martirio.

un cuento de Isaac Assimov,