En el fondo, la grandeza de la vida de uno mismo, reside en la cantidad de idiotas por metro cuadrado que es capaz de aceptar como animal de compañía, empezando - por supuesto - por uno mismo -, porque en la medida en que uno sea capaz de entender y aceptar la idiotez del otro, se rebaja el nivel, posiblemente por puro mimetismo entre seres del mismo poco nivel emocional, y se llega a la conclusión de que si bien todos somos idiotas, hay diferentes niveles, básicamente emocionales que disculpan muchas de las carencias de los homínidos según seamos capaces de compartir espacios comunes de idiotez, que en el fondo es lo que nos une y a la vez nos separa.
Las pinturas de Jesús Mateo
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Los sábados suelo poner pinturas y pintores que me atraen.
Hoy les presento a Jesús Mateo, un muralista que creo, les agradará tanto
como a mí.
Tiene e...
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