EL HOMBRE QUE VENDÍA TIEMPO


Mateo Mateluna era un hombre común y corriente que ignoraba cuánto valía el tiempo. Mientras realizaba un trámite en el banco escuchó que un señor importante decía ¡el tiempo vale oro! Entonces ideó un nuevo negocio: vender tiempo. Su objetivo era enriquecerse y ser poderoso y para conseguirlo vendió su tiempo a clientes con gran poder adquisitivo, ya que este hombre vendía una hora de su tiempo en cincuenta gramos de oro, no tardó en recibir en su empresa más y más clientes ansiosos de su tiempo, el que cada día le faltaba más para sí mismo. Sin embargo, su objetivo inicial se había concretado: Compró un departamento que usaba de oficina y tenía empleados que dependían de él. Su secretaria Sonia le mantenía al tanto de los compromisos y constantemente le pedía que no se retrasara, porque si ello ocurría el personaje perdía la noción del tiempo, creía estar en un sitio y luego aparecía en otro, algo despistado y con la necesidad de seguir corriendo, pues incluso había vendido su tiempo por adelantado, minutos, horas, días y semanas que disfrutaban otros en su lugar como por ejemplo la anciana que quería celebrar su cumpleaños, el estudiante más tiempo para estudiar y como ellos miles de personas disconformes con su propio tiempo recurrían a él Al final Mateo Mateluna se sentía muy cansado, incluso desesperado quería comprar un par de horas al precio que fuese, pues ya no le quedaba tiempo, las horas de su vida ya no le pertenecían, quizás económicamente había alcanzado la meta, pero no lo había disfrutado ni con sus padres, que dejó de visitar cuando empezó su empresa, ni con sus amigos de la niñez que poco recordaba. Mateo Mateluna al final de su vida se dio cuenta de que el tiempo no tiene precio, pues el tiempo no vuelve atrás ¿Cuánto habrá deseado Mateo recuperar todo su tiempo perdido y ser simplemente un hombre común y corriente? 

un relato de Gloria Alegría Ramírez

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